23 de abril de 2010

Mujer de Rojo sobre Fondo Gris

“Nos bastaba mirarnos y sabernos. Nada importaban los silencios, el tedio de las primeras horas de la tarde. Estábamos juntos y era suficiente. Cuando ella se fue, todavía lo vi más claro: aquellas sobremesas sin palabras, aquellas miradas sin proyecto, sin esperar gran cosa de la vida, eran sencillamente la felicidad”

Mujer de Rojo sobre Fondo Gris, del nunca suficientemente apreciado y valorado Miguel Delibes

16 de abril de 2010

Reconstrucción de una conversación interesante

Era muy tarde. Volvía en coche con una chica tras un bonito acto de confirmación de un chaval, JdlR, al que no conozco demasiado pero del que se ve de lejos que es buena gente. Después de dejar a otras amigas en sus respectivas casas volvíamos L y un servidor. Estábamos cansados pero seguimos hablando y la conversación, a medida que avanzaba, se iba haciendo más interesante.

“Desde lo de las elecciones en mi universidad -me decía L- me he dado cuenta que la política está podrida. Profesores criticándose entre ellos, mintiendo y prometiendo cosas que luego no cumplen. La política está podrida”

No pude menos que esbozar una sonrisa y decir: “Es verdad que sí, pero mola, ¿no? De hecho, aunque te parezca mentira, hay gente en política que quiere hacer las cosas muy bien, no hay porque desesperarse, la cosa cambiará”. Ella escuchaba escéptica, típica reacción, de la cual ella no es para nada culpable. A continuación le pregunté: “Tú ¿a qué te quieres dedicar?”

“Pues no lo se, me gustaría dedicarme a la enseñanza y a algo más, me tiene que gustar y lo quiero hacer de un modo desinteresado. No quiero hacer nada que esté al servicio de ninguna ideología. Solamente porque me gusta”

La piqué un poco para ver como reaccionaba: “Bueno nunca hay una intención totalmente pura. Al final se acaba metiendo, aunque sea un poquito, la vanidad, el orgullo o la soberbia. Pero entre lo blanco, totalmente puro, y el negro, totalmente corrupto, hay un montón de grises. Yo creo que la vida se mueve en el gris, no hay nada absolutamente blanco, ni nada absolutamente negro. Y en política, como en casi todo, las cosas suelen ser grises”

Ella respondió: “Es que cuando pienso en la política, solo veo intereses, dinero y saludar a la gente para que me vote. Veo los medios de comunicación y me da miedo, porque hay muchísima gente detrás que intenta aprovecharse de los demás”

“Eso jamás, ¿miedo nosotros? Nosotros no podemos tener miedo. Lo que tenemos que tener son ganas de cambiar las cosas. No podemos tener miedo de nada ni a nadie. Al igual que hay cafres por ahí haciendo lo que les da la gana y proponiendo todo lo que se les ocurre, ¿porqué no vamos nosotros a hacer lo mismo e intentar cambiar las cosas?”

“Ya, pero es muy difícil que las cosas cambien. Nosotros no podemos cambiar el mundo”

“Mujer, nosotros solos no, eso está claro. Pero cuantos más seamos, más posibilidades tendremos de cambiarlas. Además los cambios son fruto de muchos pequeños esfuerzos. ¿Crees que Obama es un hecho aislado? ¿Que ha sido el primer hito en la lucha contra el racismo y en la lucha por la igualdad? Que va. En 1955, una tal Rosa Parks se negó a ceder el asiento a un blanco y moverse a la parte de atrás del autobús. La encarcelaron por ello, y se considera la chispa del Movimiento por los Derechos Civiles en los Estados Unidos. A ella le siguieron personas como Martin Luther King, Malcom X…Y ahora tras un montón de años de lucha a diario, del sacrificio de muchas personas, que pasaran desapercibidas en la Historia de la humanidad, aparece UNO, llamado Barack Obama, que recoge lo sembrado por otros muchos. La cuestión es hacer lo que creemos que debemos hacer, y el tiempo nos dirá si nos corresponde ser un momento estelar de la humanidad o uno de esos segundos oscuros que empujarán a otros a ser el detonante del cambio”

“Yo creo que nosotros no estamos aquí para derrotar a nadie. No hay ningún enemigo…”

“Ya bueno, pero el mal existe, ¿no?”

“Sí que existe…” Se quedó pensativa

“Yo creo que sí que tenemos que cambiar las cosas, al menos intentarlo. Con ilusión, seriedad y realismo. Cada uno desde donde le gusta. Tú misma me lo has dicho antes, tenemos mucha suerte por todo lo que hemos recibido: nuestra educación, nuestros padres y todo lo que nos han dado. No podemos tener miedo de nada ni a nadie. Somos unos privilegiados. El mundo está esperando a que le ofrezcamos todo esto...(me quedé callado, no sabía si decirlo pero al final lo hice) Mira, el mundo acabará escuchando todo lo que le podemos ofrecer, y se van a quedar flipando con nosotros, ¿entiendes? Pero nos lo tenemos que creer, te lo tienes que creer”

“Bueno, en fin, hemos llegado” Me dijo L.

“Gracias por traerme. Imagino que después de la brasa que te he soltado no querrás volver a verme”

Nos reímos los dos y nos despedimos. Salí del coche pensando aún en lo hablado. De nuevo había desoído el consejo de una amiga: "¡No hables tanto!" En fin, así me va.

"Las cosas pueden cambiar, pero nos lo tenemos que creer"

8 de abril de 2010

Mola

Mola es una expresión que proviene del verbo “molar”. El Diccionario de la Lengua española se refiere a este verbo de la siguiente manera: “Molar 1. intr. coloq. Gustar, resultar agradable o estupendo.”

Pues a mí me mola, me gusta, me resulta agradable y estupendo. Todo.

He salido a hacer mi descanso de media mañana, sin poder quitarme la sonrisa de la cara, ¿porqué? Pues no sabría dar una explicación concreta y determinante. Ahora bien, sí podría hacer una larga lista de pequeñas cosas que, a lo mejor entre todas, me llevan a este estado.

Me mola tomar el aire y que me de el sol después de pasar cuatro horas en un despacho sin luz natural. Me mola comer alguna fruta mientras hago este paseo.

Me mola saludar al mendigo, que con su viejo acordeón alegra el paso cansado, agobiado o alegre de los que pasamos por allí. Mola que al pasar acelere el ritmo de la música y con un gesto de cabeza te haga ver que es en honor a ti, y mola responder con otro gesto de cabeza en señal de agradecimiento.

Mola ver como amanece en la Plaza de las Ventas. Mola ver como los rayos de sol iluminan poco a poco el monumento de los toreros al doctor Fleming. Mola andar por la Calle Alcalá cuando solo están abiertas las cafeterías con unos pocos tomando café. Mola, me mola mucho, la Plaza de Manuel Becerra, por la mañana, a mediodía, por la tarde y por la noche. Mola su Burger King en el que tantas veces he estado sin tomar nada, molan sus terrazas, sus parques y su iglesia.

Mola pasear a solas por el centro de Madrid. Pensando en todo y en nada. Mola hacer proyectos. Mola ver mientras paseas a la gente pasar con sus teléfonos, perros, paraguas, bolsos, IPods, y lo que sea. Mola pasear hasta que se te haya pasado la melancolía, hayas digerido el éxito, el fracaso o el susto.

Pero mola mucho más todavía, pasear con un buen amigo, sin demasiada prisa y por cualquier sitio. Mola ir a solas con él y poder desahogarse. Mola ir hablando de futbol, de aspiraciones futuras y presentes, de trabajo, amores, planes para el “finde”, pontificando sobre política, religión o lo que se ponga al paso. Vamos hablando de todo y de nada.

Mola quedar con los amigos para tomarse unas coca-colas mientras arreglas el mundo, el nuestro y luego el de todos los demás. Mola escucharles contar como se hacen paso en la vida. Mola ver que nos hacemos mayores y que pese a todo sigues teniéndoles al lado.

Mola juntarse a cenar con tus padres y hermanos y partirte de risa mientras oyes las historias de cada uno, o quedarte a cuadros con los cotilleos que te cuentan. Mola, aunque no en el momento, las peleas monumentales que a veces se organizan en esas mismas cenas. Molan los planes conjuntos con tus hermanos y con tus padres. Molan las coñas con unos y con otros. Molan las confidencias cuando alguno lo pasa mal. Mola juntarse con toda la familia, a la que no ves más que unas cuantas veces al año. Mola ver como tus primos crecen sin remedio, que hace nada les estabas quitando los pañales y cubriendo de besos y ahora te extienden la mano al saludarte porque dicen que “ya son mayores”.

Me mola irme a Valencia, estar con mi familia, comer como un tragaldabas y desconectar de Madrid.

Me mola un montón pasear tranquilamente los viernes por la tarde al salir de trabajar. Mola respirar tranquilo con un horizonte de dos días de descanso. Mola llegar a fin de mes y ver que te han ingresado tus pocos euros que te has ganado.

Me mola salir a correr con mi música. Me mola imaginar que soy un atleta de élite, y que cuando corro si me esfuerzo un poco más ganaré la carrera. O que estoy cercano a batir el record del mundo si vuelvo a salir pronto. Me mola hasta la obsesión correr por la Playa de la Malvarrosa en Valencia. Me mola tener agujetas después de correr, ducharme y tener la sensación de cansancio físico.

Me mola un buen libro. Me mola leer la historia de personas que con sus defectos y virtudes ayudaron a cambiar el mundo, sin que ellos mismo fueran conscientes de todo lo que estaban haciendo. Me mola mucho Adolfo Suárez, porque era un chusquero y un tipo con muchos defectos pero siempre dispuesto a comerse el mundo y triunfar costase lo que costase aún sin contar con “nada” a favor, aunque ahora parezca lo contrario.

Me mola pensar que haremos historia. Me mola meterme en mil huertos. Me mola estar en todos los “embolaos” de mi universidad. Me mola la política. Me mola dar por culo diciendo que de acuerdo con la ley X esto no se puede hacer y lo otro sí. Me mola jugar a interpretar la ley de acuerdo con lo que me interesa defender en cada caso. Me mola buscar alegaciones de las causas que defiendo. Me mola competir para ver quien resuelve antes un caso. En fin, me mola el derecho y me mola saber de derecho. Me gusta ser un friki de mi carrera.

Me mola hacerme ilusiones cuando conozco a una chica que me gusta, aunque no mole tanto que luego no te haga ni caso. Pero mola también darse cuenta de que todo suma, de que siempre puedes aprender, y que nos queda tanto por saber de las mujeres, que son un bendito misterio. Mola darse cuenta de que al final la chica llegará, aunque no sepas cuando, cómo ni donde. Mola cuando te armas de valor y dices “ésta caerá, no me rindo”. Mola cuando te hacen caso y mola reírse con un amigo de los ridículos que, todos, alguna vez hemos hecho por una chica.

Me mola imaginarme de mayor con mi familia, mis hijos y mi santa esposa. Haciendo todo lo que me gusta. Me mola pensar que, gracias a Dios, tengo el ejemplo de mis padres para no fracasar en el único proyecto vital que de verdad importa.

Me molaría poder llegar al final de mis días, darme la vuelta, ver todo lo que he hecho y poder decir que me he dejado la piel en el empeño, que lo he dado todo, y que el triunfo o el fracaso de nuestros proyectos en realidad no importan tanto, porque todo suma para la causa de las personas. Y el verdadero triunfo es poder haber hecho lo que nos gusta y habernos atrevido a ello. Siendo así,¿cómo vamos a fracasar?

Me molan muchas cosas más, pero lo que no me molaría nada es cansarte. Aquí lo dejo. ¿Crees que me deje alguna importante? Puede ser, pero desde luego ¡todas éstas me molan!

7 de abril de 2010

Reencuentro

Titubeé antes de escribir “un amigo por el cual yo hubiera estado dispuesto a dar la vida”. Pero incluso después de treinta años creo que no se trataba de una exageración y que habría aceptado morir por un amigo… casi alegremente. Al igual que daba por supuesto que era dulce et decorum pro Germania mori, también habría aceptado que morir pro amico era igualmente dulce et decorum. Entre los dieciséis y los dieciocho años, los jóvenes combinan a veces una cándida inocencia, una pureza radiante de cuerpo y mente, con un anhelo exasperado de devoción absoluta y desinteresada. Generalmente, esta etapa sólo abarca un breve lapso, pero por su intensidad y singularidad perdura como una de las experiencias más preciosas de la vida.”

"Reencuentro" de Fred Uhlman. Editorial Tusquets