6 de agosto de 2010

Impresionante marco; pero sobre todo insuperable compañía

Así es como acababa un sms que me llegó. Mi tio M me lo escribía después de una velada que será dificil de repetir.
Una cálida noche de verano. Una terraza de la Calle Juan Bravo y como fondo la embajada de Italia. Todo ello acompañado de la mejor Ginebra que jamás he probado. Todo era perfecto. Nos pusimos a hablar, la conversación fue tocando un montón de temas: recuerdos, familia, trabajo, religión y fe, matrimonio, amistad, proyectos personales, más recuerdos, consejos (sobre todo suyos). Jamás había podido hablar así con él, aunque habíamos hablado miles de veces. Una conversación de tú a tú, de hombre a hombre, uno de más de cuarenta y otro que todavía no alcanza los 25, pero de hombre a hombre.
A medidad que avanzaba la noche me daba cuenta de lo poco que le conocía pese a todas las veces que habíamos hablado. Mi admiración por él crece día a día, aunque a veces hemos tenido nuestros más y nuestro menos, sin embargo el cariño y la sintonía que tenemos en tantos temas es apabullante. Sabíamos que aquella noche, que aquella conversación, que de aquella ginebra nos íbamos a acordar.
Hubo muchos comentarios brillantes. Consejos que es mejor apuntar para no olvidar. "Una vez que tomas una decisión que te obliga para siempre, hay cuestiones que simplemente no te las puedes ni plantear" Me decía en relación al matrimonio.
Hace poco alguién me preguntaba como era para mí la felicidad, me quedé pensando y le respondí: "Es cuando estoy con mi familia o cuando estoy con algún amigo", mientras que le daba un par de palmadas en la espalda en reconocimiento de que su compañía se incluía entre los amigos, y por tanto en los momentos felices.
Aquella noche acabó, le acompañé hasta el hotel donde se hospedaba y me volví a casa paseando mientras confirmaba que la felicidad era ante todo una buena compañía.

No hay comentarios:

Publicar un comentario